Córdona Heróica repudia las palabras de odio hacia los ciudadanos Argentinos. Y solicita a las autoridades tomen medidas para evitar las discriminaciones xenofogas de politicos hacia los ciudadanos.

Desde Cordoba Heroica le decimos ¡Basta! a las discriminaciones xenofogas de politicos argentinos para con sus ciudadanos. Exigimos de las autoridades se dicten leyes condenando palabras y calificativos tales como: "Odio", "Golpista", "Gorila", "Oligarca", "vende patria", "cipayo", "nazi", "fascista", "Buitre", "Destituyente".


EXIGIMOS JUSTICIA POR: Las víctimas mortales de la tragedia del tren de Once: Juan Carlos Alonso; Karina Mariela Altamirano; Jonathan Maximiliano Báez; Dionisia Barros; Claudio F. Belforte; Natalia Benitez; Federico Agustín Bustamante; Micaela Cabrera Machicao; Darío Cellie; Daniel R. Matías Cerricchio; Juan Daniel Cruz; Graciela Beatriz Díaz; Sabrina Florencia Espíndola; Lucía Fernández Chaparro; Florencia Fernández Sugastti; Juan Leonel Frumento; Yolanda Sabrina Galván; Carlos María Garbuio; Alberto David García; Mónica Garzón; Marcela Alejandra Gómez; Ranulfo González Centurión; Verónica González Franco; Claudia Mariel Izzia; Fernando Andrés Lagrotta; Estela Legia (o Lei Jiang Yan); Nayda Tatiana Lezamo; Isabel López; Nancy López; Roberto López Pacheco; Alex Nahuel Martínez; Lucas Menghini Rey; Marina Moreno; Miguel Angel Núñez Vilcapona; Lucas Gabriel Palud Quini; Sofía Peralta; Silvia Gabriela Pereyra; Gloria Cecilia Pinilla León; Tatiana Pontiroli; Esther Sandra Reyes; Braulio Romero; Graciela Romero; María Scidone; Rosa Margarita Tevez; Sonia Torres Rolón; Gloria Alejandra Troncoso; Nicolás Elías Villalba; Pablo Fernando Zanotti; Cristian Zavala; Ana Teresa Zelaya; Ariel Zúñiga. VÍCTIMAS DE UN ESTADO IRRESPONSABLE - ¡JUICIO Y CASTIGO A LOS RESPONSABLES POLÍTICOS Y EMPRESARIALES!

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domingo, 11 de diciembre de 2011

HEMORROIDES LACERADA


APUNTES PARA DÍAS AGITADOS
Será un conflictivo 2do. mandato de Cristina, y con reforma constitucional

Cristina Fernández tiene ambiciones fundacionales. Ella no solamente pretende refundar la República (por eso a nadie le sorprendería alguna ambición de reforma constitucional) sino provocar cambios que marquen algo así como "un antes y un después". Tanto ego y semejante codicia anticipan mucho conflicto.
No será sencillo porque Cristina Fernández lo está planteando difícil su 2do. mandato consecutivo (3ro. del Frente para la Victoria), que todo indica apunta a consolidarla como personaje providencial, eje de la agenda y las decisiones, líder absoluta. Si ella acierta, muy bien por ella pero si yerra, el sistema institucional estará en problemas graves.

Además, el estilo de Cristina es construir erosionando / confrontando / agrediendo a quien no acepta su autoridad, sin cuestionamiento alguno. Algunas frases de Ella:

> "No soy la Presidenta de las corporaciones, soy la Presidenta de los 40 millones de argentinos”.

> "Quiero pedirle a los hombres y mujeres de guardapolvos blancos, y a los gobernadores que hagamos un inmenso esfuerzo por cumplir todos los días de clases”.

> "Los juicios por derechos humanos han demorado más de 30 años en ser iniciados y aún no terminaron. Pido que 2015 hayamos dado vuelta definitivamente una página tan trágica de nuestra historia".

> "Uno de los puntales fundamentales ha sido el desendeudamiento de la Argentina, hoy lo sabe el mundo”.

> "Si nos hubieran hecho caso, estarían mejor” (Mensaje al campo por la Resolución 125).

> "Les pido a todos los sectores que no escupamos al cielo, porque nunca nos ha dado resultado a los argentinos. Cuidemos lo que hemos logrado en estos años”.

> "Hemos alcanzado el mejor salario mínimo, vital y móvil de toda la región, tenemos un índice de cobertura previsional del 96% de los argentinos en condiciones de jubilarse”.

> "No puede haber reglas generales para todas las empresas y todos los empresarios. Vamos a ir empresa por empresa y actividad por actividad."


Acerca de la construcción del relato oficial y de la relación con los medios en el 2do. mandato de Cristina Fernández, escribió Carlos Salvador La Rosa, en Los Andes, de Mendoza:

"(...) A Néstor, como a casi todo político convencional, nunca le gustó que los periodistas lo criticaran. Por eso buscó limitar el contrapoder de los medios críticos y crear el monopolio de la prensa oficial. A Cristina tampoco le gusta que la critiquen, pero ésa no es su mayor obsesión porque más le gusta criticar, entendiendo la crítica como un modo de acumular poder.

En la década de los ‘90, el periodismo político alcanzó sus más altas cumbres de prestigio. Horacio Verbitsky valoró en sus libros el papel del periodismo de ese entonces para contrapesar, con sus críticas, el poder menemista, ante la claudicación de casi todos los otros sectores, incluso la universidad encerrada en peleas corporativas en vez de sumar las grandes ideas al debate público, cuando la Academia -aliada a la prensa- podría fortalecer las voces críticas de la sociedad frente a todo tipo de poder político o económico.

Sin embargo, como las cosas que deben ocurrir siempre ocurren, pero casi nunca como se las piensa, terminó siendo el kirchnerismo quien sacó los intelectuales a la calle, pero no para sumar su voz a la del periodismo sino para hacerlos pelear a unos contra otros. No sólo logró eso sino también que los periodistas se pelearan entre sí. Todas peleas por razones políticas, ninguna por razones profesionales.

El kirchnerismo pudo así poner todos a su servicio: los que devinieron oficialistas porque cambiaron su papel crítico por el propagandístico; los que resistieron, porque se les relativizó su capacidad crítica al caracterizarlos como contendientes directos del poder y no como contrapoderes. El Gobierno elaboró un relato por el cual sólo existen amigos o enemigos en la prensa. Ahora busca hacer lo mismo con la universidad.

Dentro de las ciencias sociales, si hubo una disciplina que desde 1983 a la fecha logró alcanzar un status científico alejado del mero ideologismo, fue la Historia, lo cual no significa que hubiera devenido ciencia exacta, sino que sus debates dejaron de ser maniqueos y se remitieron más a categorías profesionales que ideológicas o políticas. Mientras eso ocurría en la Academia, a nivel masivo se divulgaba un relato novelado que contaba la historia como pelea entre buenísimos y malísimos, comparando anacrónicamente el pasado con el presente. No obstante, a su modo, todos estaban contentos. Unos avanzaban por caminos científicos relativamente alejados de la coyuntura y otros ganaban millones vendiendo novelas históricas. Cada cual en lo suyo.

El problema fue cuando el poder político decidió mezclarlos. Para eso hizo que los autores de best sellers invadieran las academias de historia, al grito acusatorio de elitistas y ocultadoras de próceres “populares”. Como hizo con el periodismo, puso todos contra todos, para usarlos todos a su servicio.

Ésa es la novedad de esta etapa: ya no se busca imponer un relato solamente contra el periodismo sino también contra todo otro relato. Mejor dicho, convertir toda idea en relato oficial. Esa pretensión no la tuvo Néstor, pero es la obsesión de Cristina, aunque seguramente Néstor la hubiera aprobado. (...)".


Acerca de Guillermo Moreno, escribió Joaquín Morales Solá en el diario La Nación:

"(...) Los jóvenes, como Juan Manuel Abal Medina o Hernán Lorenzino, están para la vidriera de la renovación o para el relato de la innovación. El único ministro en serio, aunque de facto, que Cristina Kirchner nombró se llama Guillermo Moreno. No es joven y no ha innovado en nada; más bien les ha pasado el plumero a los manuales del peronismo de los años 40 y 50. La propia Presidenta es consciente del enorme poder que depositó en Moreno, porque su supersecretaría se convirtió en casi el único anuncio administrativo que hizo ante la Asamblea Legislativa durante un discurso de más de una hora. Moreno es leal -cómo negarlo- y comparte con Cristina el deslumbramiento para descubrir las conjuras reales, probables o inexistentes.

Pero hay algo más en esa relación inverosímil (Moreno no cumple con ninguno de los requisitos estéticos de la Presidenta): ella le cree al poderoso secretario de Comercio. Mientras el resto del gabinete desconfía por lo general de las aseveraciones de Moreno o de sus denuncias de intrigas antikirchneristas, Cristina Kirchner confía ciegamente en él.

Moreno maltrata a los empresarios. Los empresarios se lo merecen, deduce la Presidenta. Moreno está a punto de enfadar a todo el mundo que le exporta a la Argentina. El mundo está lleno de avaricia y de egoísmo, concluye Cristina. La Presidenta inauguró su segundo mandato fortaleciendo el ala más dura y populista de su administración.

Existe un atenuante para el secretario de Comercio. Sus métodos son violentos y sus recetas son arcaicas, pero no resbala en la frivolidad que frecuenta el flamante vicepresidente, Amado Boudou, supuesto cerebro de la economía kirchnerista hasta ayer. En la ceremonia más solemne de una democracia (la asunción de un presidente ante los representantes del pueblo), Boudou parecía estar en una fiesta de fin de curso. Julián tiene hambre, se desubicó cuando el presidente de la Cámara de Diputados activó involuntariamente la campana de llamada o de orden del cuerpo. Esa campana no se usa nunca para dar por cerrada una sesión, si es eso lo que interpretó Boudou. ¡La famosa campanita existe!, exclamó también, no bien hurgó entre los enseres que están en el estrado de la Cámara. (...)":


Acerca del ninguneo a la CGT y al PJ, escribió Alfredo Leuco en el bisemanario Diario Perfil:

"(...) A partir de ese momento, que podríamos ubicar temporalmente a la hora del armado de las listas, la Presidenta no hizo un solo gesto favorable ni al PJ ni a la CGT. Todo lo contrario. Sus decisiones más importantes fueron en contra.

Algunos ejemplos: bajó de un plumazo de sus candidaturas a integrantes de la CGT del ala izquierda del moyanismo como Julio Piumato y Juan Carlos Schmid. Intervino en cada provincia para colocar jóvenes camporistas, en algunos casos desconocidos hasta para ella misma, en lugar de históricos dirigentes justicialistas. Impuso en la línea sucesoria a Amado Boudou y Beatriz Rojkés de Alperovich, dos recién llegados al partido de Perón que no tienen nada que ver ni culturalmente con ese líder. Arrojó casi al llano, lejos del poder real, a Aníbal Fernández, alguien que simboliza como pocos esa estética y ética del peronismo menemista, duhaldista y hasta kirchnerista. La construcción del cristinismo en la provincia de Buenos Aires, donde está la madre de todas las batallas, la hizo intervenir de manera brutal tanto en la Legislatura como en el gabinete de Scioli. Gabriel Mariotto, el vicegobernador que actúa como delegado de Cristina en el territorio, fue el instrumento utilizado para quedarse con el manejo del poder y la caja del Parlamento provincial. Siempre con el mismo objetivo: desplazar de los lugares claves a los hombres que responden al gobernador o a los intendentes caracterizados como dinosaurios.

Horacio Verbitsky y Nilda Garré realizaron un operativo de pinzas demasiado evidente para destituir al ministro Ricardo Casal, a quien Scioli defendió con uñas y dientes. Cristina ordenó una tregua durante la campaña pero ahora abrió nuevamente la temporada de caza. Casal, a esta altura, es mucho más que un hombre acusado por el cristinismo de haberle dado el poder absoluto a la policía bonaerense para fortalecer la corrupción, el gatillo fácil y las zonas liberadas. Hoy Casal es el límite de la autonomía del gobernador. Si lo entrega, para los intendentes será como darle definitivamente el manejo de la provincia a Cristina. Cada uno sabrá luego qué camino tomar y ante quién cuadrarse.

Las pocas designaciones ministeriales, en general, pero la de Juan Manuel Abal Medina, en particular, forman parte de esa misma estrategia anti PJ y CGT. Moyano tiene el olfato suficientemente desarrollado para advertirlo y por eso sus colaboradores difundieron una boleta electoral de la Alianza, en 2001, que mostraba a Juan Manuel y a Garré como candidatos cuando Fernando de la Rúa y Domingo Cavallo eran los emblemas de esa etapa. (...)".


Profundizando ese tema y agregándole la primacía de La Cámpora, escribió Eduardo van der Kooy en el diario Clarín:

"(...) El kirchnerismo fue en su amanecer un laboratorio de ensayos donde fracasaron la transversalidad y la concertación. El ex presidente, en especial luego de la derrota del 2009, había resuelto replegarse en el PJ tradicional. Aun antes de la arrolladora victoria, Cristina dispuso un cambio de planes: aquel peronismo comenzó a ser relegado por los jóvenes de La Cámpora y por un lote de dirigentes y funcionarios que creyeron hallar una nueva oportunidad.

La Presidenta no mencionó al peronismo ni una vez al reasumir. Aludió a Juan Perón para reprocharle, delante de la Asamblea, la ausencia del derecho a huelga –que la historia indica que existió– en sus primeras presidencias. Utilizó también al ex Presidente para enviarle un correo a Hugo Moyano, el gran ausente de la fiesta.

“El derecho a huelga que nosotros sí tenemos no es el derecho a la extorsión” , recriminó.

Es probable que Cristina haya dado el adiós definitivo al peronismo que nunca, en verdad, la terminó de convencer. En todo tránsito suelen ocurrir situaciones de incomodidad y confusión. El oficialismo estalló al final de la ceremonia en el Congreso entonando la marcha peronista. La mechó con párrafos de loas a Kirchner y a la Presidenta. El cristinismo que emerge y se afianza en el poder es todavía una expresión ideológica laxa , que se nutre del relato y de alguna mitología.

El mérito de Cristina fue haber sabido catapultar aquella corriente de jóvenes en los funerales de Kirchner. Ella misma se encargó de insertarla como parte sustancial de la nueva ingeniería del poder. Ocuparán lugares muy cerca de la primera línea de la administración nacional; poseen casi una decena de bancas en Diputados y se apropiaron de puestos relevantes en Buenos Aires. Gabriel Mariotto, otra de las caras dilectas de la televisión oficial en la jura de Cristina, es vicegobernador. Junto al camporismo comenzó a tejer un cerco alrededor de Daniel Scioli. El gobernador, omitido por aquella misma TV oficial, dejará de tener en la Legislatura las facilidades que tuvo hasta ahora.

Los protectores de Cristina, como le gusta llamarse a La Cámpora, han sido también los primeros en dar indicios del clima político que podría sobrevenir luego de la tregua del raro tiempo electoral. Se encargaron la semana pasada de enfrentar al peronismo bonaerense durante la conformación de la nueva Legislatura. Abuchearon a Moyano cuando su hijo, Facundo, asumió como diputado nacional. Atacaron a cada uno de los opositores que se incorporaron al Congreso. Participaron en una trifulca, con un herido, en la asunción del intendente de Mercedes que pertenece al FPV, pero que derrotó a otro postulante camporista. Habrían delineado un mapa casi perfecto de los enemigos internos y externos que se aprestan a enfrentar. (...").


Acerca de la agenda 2011-2015 y el concepto "Cristina eterna", escribió Eugenio Paillet en La Nueva Provincia, de Bahía Blanca:

"(...) La Presidenta sabe y toma nota de que hay quienes la cuestionan, dentro de la administración, por aplicar de un solo golpe (y no haber dado paso, en cambio, a políticas más graduales) el aumento de las tarifas de luz, gas y agua. Y ya no están seguros algunos funcionarios que sostenían que la sociedad iba a apoyar en general y que Cristina no tendría que pagar costos hacia el futuro. Es como querer tapar el sol con una mano: cuando a un habitante de la clase media que hasta ahora pagaba 50 pesos por la luz le llegue una boleta con un costo de 300 pesos, no habrá forma de que Boudou o De Vido pretendan seguir vendiendo gato por liebre: eso será un golpazo directo al bolsillo y se acabará el verso del "redireccionamiento" con el que le han tomado el pelo a la ciudadanía.

¿Hay un escudo protector para Cristina, frente a ese eventual revulsivo social? "No, no lo hay", responden en la Casa Rosada, mientras muestran una encuesta de Ricardo Rouvier donde se asegura que el 70 por ciento de los consumidores está de acuerdo con que le quiten el subsidio.

Los otros aspectos que marcarán su gestión, al menos en el arranque, si se da por cierto que en marzo habría un retoque, son los mismos que jalonaron su primer mandato; al menos, en la segunda mitad: guerra contra "Clarín" y los monopolios, impulso a la ley para regular la fabricación de papel de diario, fuerte discurso contra los jueces que no fallen como a ellos les gusta, a los que Cristina acusa de ser "la justicia cautelar"; reafirmación a ultranza del concepto K amigo-enemigo y del discurso único, y sesgos autoritarios en la forma de gobernar.

Podría decirse que ella sigue siendo la más fiel exponente de ese estilo que patentó su extinto esposo: endurecimiento en todos los frentes, lo que incluye hacer pagar a los que no coinciden el 54 por ciento de los votos del 23 de octubre. Y en ese rubro bien podría caer toda aquella gente que hoy empieza a despotricar contra el recorte de subsidios, mientras aparecen cadenas de mails llamando a cacerolazos de protesta en marzo. Se avizora un corto plazo complicado, si se tiene en cuenta, además, que la mayoría absoluta en las dos cámaras convertirá otra vez el Congreso en una mera escribanía al servicio de la Casa Rosada. El muy probable que el Parlamento apruebe, antes de fin de año, el grueso de las leyes que ella necesita: Presupuesto, emergencia económica, extensión de impuestos al cheque y cigarrillos, ley de Tierras, y la de regulación de venta de papel de diarios, una amenaza para la libertad de expresión. Todo ocurre mientras la oposición sigue mirando el partido desde la tribuna.

La designación de Diana Conti, la del eslogan "Cristina eterna", al frente de la comisión de Asuntos Constitucionales del Senado no es inocente. Por allí deberán ingresar los proyectos que propongan una reforma de la Constitución, que permitiría una segunda reelección a la presidenta. En marzo, ella resolverá si desempolva un texto que Zannini guarda en sus escritorios. (...)".

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