viernes, 17 de mayo de 2013
ACCIONISTAS DE LA DECADENCIA
Los accionistas mayoritarios de la decadencia
Por Nicolás Márquez (*)
Sería un reduccionismo o una simplificación adjudicarle la decadencia Argentina a una persona o a un partido político específico. El retroceso que desde los años 40` viene padeciendo nuestro desdichado país, tiene por supuesto responsabilidades varias, pero no por ello es aceptable repartir o distribuir en partes iguales las responsabilidades a todos y cada uno de los habitantes o, en su defecto, a todos los Presidentes que pasaron por el Sillón de Rivadavia, como si éstos fuesen bonistas de un paquete accionario del cual se reparten las porciones en una suerte de prorrateo igualitario.
¿Tiene la misma responsabilidad Juan Perón que José María Guido? ¿O Raúl Alfonsín respecto de Ramón Puerta? El parangón no resiste análisis alguno.
Es corriente que muchos Presidentes o partidos políticos hayan excusado sus respectivos fracasos a través de tres pretextos habituales: “no nos dejaron gobernar” (subterfugio frecuente en el catecismo radical); “no me dejaron terminar el mandato” (asiduo en aquellos gobiernos derrocados –o que se cayeron solos-); o el genérico “tuvimos un contexto económico muy desfavorable”, repetido con ahínco durante los años 90`: “efecto tequila”, “devaluación de Brasil” y “la Guerra del Golfo” (entre otras explicaciones geopolíticas y macroeconómicas) fueron algunos de las justificaciones de la época.
Este tipo de explicaciones como las señaladas las podemos acatar, las podemos relativizar o las podemos descartar según el caso, pero por sobre todas las cosas, en general son todas atendibles y en suma, las podemos discutir.
Distinto es el caso del kirchnerismo, que pareciera no poder encuadrarse en ninguna de las excusas habituales o convencionales en danza. En efecto, el régimen no tiene justificaciones por su fracaso económico e institucional, a excepción de invocar su propia incapacidad de gestión o lo que es más grave: su grotesco desacierto ideológico.
A excepción de algunos gobiernos militares de duración limitada, jamás un gobierno como el actual tuvo tamaño poder para manejar la cosa pública. El poder político de un gobierno no sólo se mide en función de su peso específico intrínseco, sino también en función del poder de contrapeso que pueda tener un partido o facción opositora. Por ejemplo, al muy poderoso gobierno de Juan Perón (1946-55) se le opuso toda la oposición en un solo espectro partidario y hubo desde comandos civiles hasta sublevaciones militares que finalmente lo derrocaron. En cambio, la oposición al kircnerismo no es otra que el pacífico “cacerolazo” urbano, algún medio de prensa supérstite o un programa de TV. Es decir, el kirchnerismo es el gobierno que tuvo mayor concentración de poder, o en su defecto, es el gobierno que tuvo la oposición con la menor cuota de poder, lo cual es más o menos lo mismo.
En cuanto al contexto internacional, jamás la Argentina tuvo un escenario tan favorable como el que transitó el kirchnerismo. Hasta el año 2002 y con motivo del precio de los commodities que imperaban por entonces, por causa de la exportación agrícola ingresaban al país 5 mil millones de dólares anuales. Con el ingreso de China e India al mercado mundial y la consiguiente quintuplicación o sextuplicación del valor de nuestra materia prima, desde el año 2003 hasta la fecha han ingresado 26 mil millones de dólares por año (21 mil millones de dólares más que el promedio de la década anterior), equivalente a un total de 210 mil millones extras acumulados en estos 10 años de kirchnerismo. ¿Conclusión tras diez años de tamaña bonanza?: no hay dólares por ningún lado (salvo en las bóvedas de los delincuentes) y hay que elaborar artilugios jurídicos de manera desesperada o improvisada para que narcotraficantes y malvivientes de toda laya blanqueen sus dólares en nuestras playas.
¿Acaso padeció de falta de tiempo el oficialismo para completar su “revolución”?, no es el caso. El kirchnerismo es el proyecto político más largo y continuado de la historia argentina (2003-2015), jamás un Presidente (en este caso un matrimonio) gobernó 12 años continuos nuestro país (sólo Juan Perón y Carlos Menem se acercaron a ese plazo rozando los diez años).
La Argentina es una sociedad y como tal, sería injusto sentenciar que el kirchnerismo es el responsable exclusivo y excluyente de la decadencia: pero no sería tan errado señalarlo como el accionista mayoritario de la misma.
La Prensa Popular | Edición 200 | Viernes 17 de Mayo de 2013
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