Autoridades de Tarija habrían intimado a los habitantes a desalojar un
territorio que era considerado argentino. En noviembre del 2013 se
firmó el traslado de un hito que corre la frontera 30 km dentro de
territorio salteño.
Las consecuencias de mover los límites con Bolivia no fueron tomadas en
cuenta por las autoridades argentinas. Ahora, las familias salteñas
están siendo intimadas por las autoridades bolivianas a desalojar
terrenos de pastoreos que históricamente fueron consideradas tierras
argentinas.
El problema sucedió en el denominado Valle del Silencio, ubicado en el
departamento Santa Victoria Oeste.
Si bien la intimación recayó sobre 17
familias, el desplazamiento al sur de la frontera entre Bolivia y
Argentina afecta a más de 50 familias y constituye la pérdida de por lo
menos 600 kilómetros cuadrados de territorio nacional.
Los primeros que se percataron de esto fueron los pobladores del paraje
Abra de San Cruz.
Los ancestrales habitantes tenían hasta hace unos años el hito de la
frontera a unos 32 kilómetros al norte; hoy lo tienen a sólo 2 km.
El Tribuno llegó hasta el lugar y dialogó con los vecinos. El malestar
es evidente ya que declararon que en noviembre del año pasado se firmó
un acuerdo entre autoridades de ambos gobiernos para que quede la línea
fronteriza a menos de 2 km de la primera escuela argentina.
Los campesinos que viven de la cría de animales y de lo poco que
cultivan recibieron automáticamente la visita de las autoridades
bolivianas, acompañadas por militares, intimándolos a definir su
situación de ciudadanía.
Es decir, “optaban por la condición de ser bolivianos o debían retirarse
del territorio”, dijo uno de los vecinos.
Es importante aclarar que estas familias salteñas tienen animales que
desde siempre usaron el terreno escarpado para el pastoreo. Aseguran que
no pueden retirarse y abandonar esas tierras porque destruirían su
economía de subsistencia.
Desidia oficial
Los vecinos acusan directamente a la falta de consideración de las
autoridades municipales, provinciales y nacionales al entregar un
territorio utilizado históricamente por familias de campesinos
argentinos.
Afirman que el intendente de Santa victoria Oeste, Cástulo Yánque, desde
hace años que no va por el lugar y que nunca se ocupó del conflicto
limítrofe. Se quejaron del gobernador Juan Manuel Urtubey porque jamás
dialogó sobre la problemática con los lugareños.
“Vino sólo una vez por acá con su helicóptero para inaugurar la
ampliación de la escuela y luego rápido se fue”, dijo una de las
trabajadoras del lugar.
Respecto de los funcionarios de la Cancillería afirman que nunca
conocieron a alguno.
El ex concejal Ignacio Peloc aseguró que armó carpetas con la
información sobre el tema y que “paseó” por las diferentes oficinas del
Estado, pero nadie le dio solución.
En ese contexto de carrera por el territorio, los bolivianos llevan la
delantera. Están a punto de terminar una ruta que comunica a Tarija con
la región utilizando mano de obra argentina. Tienen para estrenar un
establecimiento educativo de lujo que consideran está en territorio
salteño. Y exigen a las familias argentinas la doble nacionalidad para
que accedan a la escolaridad boliviana.
Realidades que los superan
Los que recibieron el impacto fue ron los docentes de la escuela N§
4.260 “Frontera Argentina”, del paraje Abra de Santa Cruz que en el 2012
contaba con un plantel docente de 9 trabajadores y casi 190 alumnos.
El
año pasado quedaron 7 docentes para 140 alumnos y para el presente
ciclo lectivo solo quedan 4 maestras sin que se conozca todavía el
número de matriculados.
La nueva escuela boliviana tiene un edificio acorde a las necesidades
pedagógicas de la zona y desde el año pasado comenzó a funcionar en un
lugar prestado.
Mientras la primera escuela del Valle del Silencio funciona con paneles
solares, sin agua potable y sin gas natural. Recién el año pasado le
inauguraron la ampliación donde además funciona la cocina.
Por lo demás, las maestras siguen haciendo patria pagando $65 por una
garrafa, más de $300 del tramo Salta - La Quiaca y luego $800 más para
llegar al lugar donde el camino es el principal condicionante.
Camino del Diablo
Si bien el Valle del Silencio es un paraíso, para llegar hasta ahí hay
que pasar por un verdadero camino del Diablo.
La ruta provincial 47, que
en realidad apenas se puede decir que es una senda, es un camino
vecinal. Y por lo tanto lo cuidan los vecinos porque el intendente de
Santa Victoria Oestes, Cástulo Yánque, no muestra allí su trabajo. Las
familias ruegan que no surjan emergencias porque el camino es una huella
serpenteante que baja de las montañas.
El Tribuno estuvo en la zona en 2010 y desde ese tiempo hasta ahora no
hubo mejoras. Para llegar hasta el Valle del Silencio primer hay que
recorrer los más de 400 kilómetros que separan Salta de La Quiaca. Luego
hay que tomar por la ruta provincial jujeña Nº 5 hasta Yavi por 15
kilómetros y desde ahí los kilómetros dejan de ser una medida de espacio
para convertirse en una medida de tiempo. Al menos tres horas hay que
luchar contra la montaña hasta el primer paraje del Valle del Silencio
que se llama Abra de Santa Cruz.
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