
Río Negro - 15-Mar-10 - Opinión
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EDITORIAL
Viaje sin brújula
El jueves, el oficialismo pudo festejar lo que tomó por un triunfo épico porque en el Senado la oposición no logró reunir los votos suficientes para desalojar a Mercedes Marcó del Pont del Banco Central. Algunos días antes, en el mismo recinto, los líderes opositores se habían felicitado porque la presencia del senador Carlos Menem les había permitido alcanzar el quórum. Es de suponer que así seguirá, con ambos equipos anotándose victorias pasajeras protagonizadas por legisladores que se afirmarán deseosos de hacer gala de su independencia, lo que no impedirá que sean acusados de traición por los perdedores de turno, como en efecto les ha sucedido a la santafesina Roxana Latorre y a su compañera coyuntural, la rionegrina María José Bongiorno. Es que la política ha degenerado en un interminable torneo parlamentario disputado por conjuntos cambiantes en el que los resultados, siempre parciales, tienen menos que ver con los méritos o las deficiencias de planteos determinados que con el estado de ánimo de legisladores sueltos. Latorre justifica su decisión de apoyar a Marcó del Pont en su adhesión al "desarrollismo" que reivindica la funcionaria y en su negativa a "que me conduzca Carrió", pero así y todo insiste en que sigue "formando parte del arco opositor", mientras que Bongiorno se dice preocupada por la falta de respeto de otros opositores por las normas, ya que "no se cumplieron los pasos de la defensa y el debido proceso".
Hay, no obstante, quienes sugieren directamente que las posturas asumidas por las senadoras tienen que ver con prebendas del kirchnerismo -como lo han sostenido Carrió y Juez- o cuando menos con las artes seductivas de los operadores oficialistas. De lo que no cabe duda es de que la incapacidad evidente de los distintos bloques opositores de actuar con un mínimo de coherencia está contribuyendo a hacer cada vez menos respirable el "clima de crispación" que se ha difundido por el territorio nacional. Puede darse por descontado que el ciclo kirchnerista concluyó hace tiempo y que por lo tanto es necesario encontrar el modo de impedir que el rencor de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su marido provoque graves daños al país, pero aún no se percibe una alternativa convincente al gobierno actual. Quienes integran el "arco opositor" tienen en común la alarma que sienten por la arbitrariedad caótica de un gobierno cuyo objetivo principal consiste en aprovechar las diferencias entre radicales, peronistas disidentes, los partidarios de Elisa Carrió o de Mauricio Macri, los izquierdistas y así por el estilo, además de las grietas que se dan en todas las facciones, pero si bien todos comparten la voluntad de repudiar la soberbia y agresividad que caracterizan el "estilo K" no parecen tan interesados en alcanzar acuerdos programáticos. Aunque según el calendario constitucional les sobra tiempo en que formular propuestas en tal sentido, las agrupaciones opositoras están evolucionando con tanta lentitud que no sorprendería que en octubre del año que viene se encontraran casi tan confusas como han sido desde inicios del largo reinado kirchnerista.
Es notoria la afición de nuestros políticos por las internas. Se trata de una forma de escapismo, ya que es mucho más fácil, y para la mayoría mucho más agradable, concentrarse en conseguir puestos en una jerarquía partidaria de lo que sería elaborar propuestas viables para un país que año tras año pierde terreno, viéndose superado no sólo por los de cultura similar de Europa sino también por "hermanos" como Chile y hasta Brasil. Huelga decir que la lucha por mayorías efímeras en el Congreso o por la capacidad de formar un quórum se parece mucho más a una interna que a un enfrentamiento serio, que en buena lógica debería incidir de manera decisiva en el destino del país, entre partidarios de programas de gobierno diferentes. Puede entenderse, pues, la frustración que sienten muchos ciudadanos ante el espectáculo así brindado. Tienen la impresión de que tanto el gobierno kirchnerista como los precarios bloques opositores están tan obsesionados por las vicisitudes de la política menor que no tienen tiempo para interesarse en asuntos más importantes, razón por la que el país parece condenado a continuar a la deriva hasta que surja una crisis tan tremenda que los líderes políticos no tengan más opción que la de prestarle la debida atención.






















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