¡2013! O ¿2013?
Por Malú Kikuchi
El 2013 será lo que los argentinos decidamos que sea.
El 13 de septiembre descubrimos con asombro, que éramos muchos. El 8N confirmamos que éramos muchísimos más. Clase media educada diciendo basta, así no. Cambien. Respeten la Constitución Nacional, no intenten cambiarla.
Las dos movilizaciones sindicales en contra del gobierno, sumando auténticos peronistas (primera vez que parte del PJ protesta contra un gobierno supuestamente PJ), Moyano con sus camioneros y aliados; Barrionuevo y sus gastronómicos. Y por su lado, pero juntos, la CTA de Miceli, más la Federación Agraria. Mucha gente.
Tanta gente en la calle, que hasta entonces había sido propiedad exclusiva del gobierno, despertó a ciertos miembros del poder judicial. De pronto, algunos descubrieron que su trabajo era impartir justicia y no sólo aceptar presiones. Y la Justicia apareció en algunos casos rimbombantes. ¡Bien!
No vale la pena hacer un recuento de los hechos del 2012, está fresco el recuerdo. Debutó muy mal con el asesinato del gobernador de Río Negro, Carlos Soria, a manos de su mujer. Fue la primera noticia del 1° de enero 2012. Comienzo poco promisorio. Lo que siguió, tampoco fue bueno.
Alcohólicos Anónimos tiene una oración que deberíamos poner en práctica: “Señor, dame serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar; dame valor para cambiar lo que se puede y debe ser cambiado y dame sabiduría para distinguir su diferencia.” Podemos. De nosotros depende.
Aceptemos los plazos constitucionales que deben ser inmutables (aunque nos cueste aceptarlo), cambiemos con nuestros votos la conformación del poder legislativo (esta vez, si conseguimos ser mayoría desde la oposición, no desperdiciemos la oportunidad, como lo hicimos entre 2009/11); y seamos sabios en el momento de elegir, para separar la paja del trigo.
Somos bastante ingenuos o vagos y no investigamos que aquellos a los que votamos no sean los mismos perros (con perdón de los perros), con diferente collar. Los argentinos lo único que no perdonamos es que alguien cambie de club de fútbol, el resto siempre es negociable. Así nos va.
En 2013 no perdonemos el travestismo político. Tengamos certezas que votamos gente honesta en su pensamiento y por supuesto en su bolsillo. Patriotas que pongan al país por delante de sus intereses personales. Deben existir, no puede ser que entre 40 millones de argentinos no haya gente así.
A algunos los conocemos y tienen trayectoria pública. Sólo tenemos que elegir bien. Con la cabeza y el corazón puestos en la Patria. En este año que va a empezar se juegan todas las libertades que nos asegura la Constitución y nos desconoce el gobierno. La libertad está en peligro. Hay que defenderla.
No tiene sentido volver a contarles todo lo que nos pasa y que cada día es más aberrante. Inverosímil. Pero es. Cambiémoslo. Podemos. Y déjeme desear algo improbable, utópico, quizás irreal, casi imposible: hagamos del 2013 un año NORMAL para una Argentina (la nuestra), NORMAL.
Empecemos a exigir opositores dispuestos a sumarse alrededor de un proyecto común: el respeto por la Constitución Nacional, y capaces de elegir a los mejores de entre ellos, en internas insospechables.
Para todos nosotros un ¡¡¡¡¡¡¡2013 NORMAL!!!!!!!
P.D. Me tomo vacaciones hasta febrero.
domingo, 30 de diciembre de 2012
2013
¡2013! O ¿2013?
Por Malú Kikuchi
El 2013 será lo que los argentinos decidamos que sea.
El 13 de septiembre descubrimos con asombro, que éramos muchos. El 8N confirmamos que éramos muchísimos más. Clase media educada diciendo basta, así no. Cambien. Respeten la Constitución Nacional, no intenten cambiarla.
Las dos movilizaciones sindicales en contra del gobierno, sumando auténticos peronistas (primera vez que parte del PJ protesta contra un gobierno supuestamente PJ), Moyano con sus camioneros y aliados; Barrionuevo y sus gastronómicos. Y por su lado, pero juntos, la CTA de Miceli, más la Federación Agraria. Mucha gente.
Tanta gente en la calle, que hasta entonces había sido propiedad exclusiva del gobierno, despertó a ciertos miembros del poder judicial. De pronto, algunos descubrieron que su trabajo era impartir justicia y no sólo aceptar presiones. Y la Justicia apareció en algunos casos rimbombantes. ¡Bien!
No vale la pena hacer un recuento de los hechos del 2012, está fresco el recuerdo. Debutó muy mal con el asesinato del gobernador de Río Negro, Carlos Soria, a manos de su mujer. Fue la primera noticia del 1° de enero 2012. Comienzo poco promisorio. Lo que siguió, tampoco fue bueno.
Alcohólicos Anónimos tiene una oración que deberíamos poner en práctica: “Señor, dame serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar; dame valor para cambiar lo que se puede y debe ser cambiado y dame sabiduría para distinguir su diferencia.” Podemos. De nosotros depende.
Aceptemos los plazos constitucionales que deben ser inmutables (aunque nos cueste aceptarlo), cambiemos con nuestros votos la conformación del poder legislativo (esta vez, si conseguimos ser mayoría desde la oposición, no desperdiciemos la oportunidad, como lo hicimos entre 2009/11); y seamos sabios en el momento de elegir, para separar la paja del trigo.
Somos bastante ingenuos o vagos y no investigamos que aquellos a los que votamos no sean los mismos perros (con perdón de los perros), con diferente collar. Los argentinos lo único que no perdonamos es que alguien cambie de club de fútbol, el resto siempre es negociable. Así nos va.
En 2013 no perdonemos el travestismo político. Tengamos certezas que votamos gente honesta en su pensamiento y por supuesto en su bolsillo. Patriotas que pongan al país por delante de sus intereses personales. Deben existir, no puede ser que entre 40 millones de argentinos no haya gente así.
A algunos los conocemos y tienen trayectoria pública. Sólo tenemos que elegir bien. Con la cabeza y el corazón puestos en la Patria. En este año que va a empezar se juegan todas las libertades que nos asegura la Constitución y nos desconoce el gobierno. La libertad está en peligro. Hay que defenderla.
No tiene sentido volver a contarles todo lo que nos pasa y que cada día es más aberrante. Inverosímil. Pero es. Cambiémoslo. Podemos. Y déjeme desear algo improbable, utópico, quizás irreal, casi imposible: hagamos del 2013 un año NORMAL para una Argentina (la nuestra), NORMAL.
Empecemos a exigir opositores dispuestos a sumarse alrededor de un proyecto común: el respeto por la Constitución Nacional, y capaces de elegir a los mejores de entre ellos, en internas insospechables.
Para todos nosotros un ¡¡¡¡¡¡¡2013 NORMAL!!!!!!!
P.D. Me tomo vacaciones hasta febrero.
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