Por Malú Kikuchi (16/12/2012)
*Sinónimos de “necesitar”: urgir, solicitar, obligar, exigir, condicionar, faltar, precisar, pedir, requerir. A “ella”, todos y cada uno de estos verbos, le van. Nuestra presidente, harta de los restos de república que todavía nos quedan, se dirige hacia un trasnochado sistema absolutista.
“Ella” está en guerra. Ni siquiera importa contra quien (el 2/12/12, escribí “Faltan los boy scouts”, me equivoqué, faltaba también Papá Noel), lo importante es la lucha permanente, al mejor estilo de la Revolución Cultural China, sin el terror, ni la muerte que impusieron *la mujer de Mao Tse Tung y su grupito de enloquecidos seguidores. Pero la idea es la misma.
Los enemigos se renuevan y se superponen. El sistema necesita que la gente tenga siempre un enemigo enfrente, alguien a quien echarle la culpa de todos los males que son fruto de una pésima gestión, donde la ideología, sea cual fuere, es más importante que gobernar. Y gobernar es un hecho que implica solucionar problemas, no crearlos.
Problemas que no existirían si se gobernara con un mínimo de sentido común y se gestionara a tiempo, antes que los problemas crecieran hasta ser casi insolubles. Conflictos que han ido desfilando desde el 2003, generosamente vamos a incluirlo a “ÉL” en este desgraciado período de desgobiernos. Aclarando que “ÉL”, aunque fuera el mentor de este desastre, era más racional.
“Ella” necesita que todo esté bajo su control, que nada ni nadie se salga de lo que “ella” ha decidido que es lo que le conviene al país, o a sus subalternos cercanos. “Ella” encarna la verdad. Y en su guerra personal, han desfilado las FFAA, la Iglesia, el campo, los medios, algunos empresarios e industriales, banqueros y periodistas independientes; el US$, la historia patria que no coincide con sus ideas, países varios, y ahora los jueces.
Todo le sirve en su guerra santa contra el poder judicial, hasta el dolor de una madre desesperada, a la que se le pueden perdonar frases y conceptos fuera de lugar. Pero a “ella”, no. En el fallo exculpatorio en Tucumán de los 13 acusados por la desaparición de Marita Verón, fallo del que se desconocen los fundamentos y el expediente, no es lógico pronunciarse públicamente sobre algo que no se conoce. Se entiende la angustia de Susana Trimarco, pero puede que el juicio haya sido mal encarado y por más sospechas ciertas, sin pruebas no se puede condenar.
Se supone que “ella” estudió derecho y debe saberlo. No puede decir en un discurso público que aunque “no tenga pruebas ella sabe que cuando hay dinero de por medio, (a los jueces) no les importa nada”. ¿Lo dirá por Oyarbide que rápidamente sobreseyó los casos de los fenomenales aumentos patrimoniales del matrimonio K? “Ella” no puede hablar así.
Ahora va por el poder judicial. No puede permitir que algo se interponga ante su voluntad omnímoda. ¡Hay jueces, algunos pocos, que osan contradecirla! Hay que demoler al poder judicial, hay que hacer que sean votados ¡por la gente!, que tengan tiempos limitados para ejercer, como los políticos. ¡Basta de jueces inamovibles (salvo juicio político), elegidos por acuerdo del senado y capaces de controlar al ejecutivo!
“Ella” necesita destruir todo recuerdo de una nación grande, fuerte, libre, respetada en el mundo, abierta y civilizada. Y nosotros, los argentinos, ¿qué necesitamos? Antes que nada, que no cambien la Constitución. Necesitamos un sistema institucional sólido, tan sólido como para sobrevivir a un gobierno mediocre, inclusive a un mal gobierno.
Nosotros, los argentinos, necesitamos un respeto absoluto por la división de poderes; un ejecutivo limitado por la Constitución y esclavo de ella: un legislativo que nos represente con “librepensadores” y no con “militantes” (Agustín Rossi en diputados 10/12), y por sobre todo, una Justicia independiente ocupando todos los cargos del poder judicial. Justa, implacable, apegada a la ley, a años luz de cualquier sospecha de soborno, apriete o manifiestas simpatías por el ejecutivo de turno.
Nosotros, los argentinos, necesitamos educación, información y sentido patriótico para elegir a nuestros representantes. Necesitamos exigir programas para luego elegir lo que nos propongan. No debemos elegir por frases altisonantes, o llorosas, o graciosas, de personajes mediáticos que conocemos por sus caras y no por sus ideas.
Nosotros, los argentinos, necesitamos que los partidos políticos se rearmen, que sumen ideas, que se amiguen entre sí, para que la sociedad pueda entenderse y cerrar brechas creadas y alimentadas desde el ejecutivo. Necesitamos que acuerden, que se comprometan a cumplir la Constitución y a tener internas. Y el que gane, será nuestro candidato.
Nosotros, los argentinos, necesitamos volver a ser la Nación que fuimos. Para conseguirlo, no debemos permitir que lo que “ella” necesite, lo consiga. Dentro de la ley podemos impedirlo. Somos muchos más. Podemos.
*Diccionario de sinónimos RAE.
*Jiang Qing, esposa de Mao Tsé Tung y jóvenes intelectuales insatisfechos, buscando un lugar prominente dentro del partido comunista Chino. Cualquier parecido con nuestra realidad es cierto, pero lo de China fue una sangrienta tragedia, lo nuestro es un mal sainete.
domingo, 16 de diciembre de 2012
ELLA NECESITA
Por Malú Kikuchi (16/12/2012)
*Sinónimos de “necesitar”: urgir, solicitar, obligar, exigir, condicionar, faltar, precisar, pedir, requerir. A “ella”, todos y cada uno de estos verbos, le van. Nuestra presidente, harta de los restos de república que todavía nos quedan, se dirige hacia un trasnochado sistema absolutista.
“Ella” está en guerra. Ni siquiera importa contra quien (el 2/12/12, escribí “Faltan los boy scouts”, me equivoqué, faltaba también Papá Noel), lo importante es la lucha permanente, al mejor estilo de la Revolución Cultural China, sin el terror, ni la muerte que impusieron *la mujer de Mao Tse Tung y su grupito de enloquecidos seguidores. Pero la idea es la misma.
Los enemigos se renuevan y se superponen. El sistema necesita que la gente tenga siempre un enemigo enfrente, alguien a quien echarle la culpa de todos los males que son fruto de una pésima gestión, donde la ideología, sea cual fuere, es más importante que gobernar. Y gobernar es un hecho que implica solucionar problemas, no crearlos.
Problemas que no existirían si se gobernara con un mínimo de sentido común y se gestionara a tiempo, antes que los problemas crecieran hasta ser casi insolubles. Conflictos que han ido desfilando desde el 2003, generosamente vamos a incluirlo a “ÉL” en este desgraciado período de desgobiernos. Aclarando que “ÉL”, aunque fuera el mentor de este desastre, era más racional.
“Ella” necesita que todo esté bajo su control, que nada ni nadie se salga de lo que “ella” ha decidido que es lo que le conviene al país, o a sus subalternos cercanos. “Ella” encarna la verdad. Y en su guerra personal, han desfilado las FFAA, la Iglesia, el campo, los medios, algunos empresarios e industriales, banqueros y periodistas independientes; el US$, la historia patria que no coincide con sus ideas, países varios, y ahora los jueces.
Todo le sirve en su guerra santa contra el poder judicial, hasta el dolor de una madre desesperada, a la que se le pueden perdonar frases y conceptos fuera de lugar. Pero a “ella”, no. En el fallo exculpatorio en Tucumán de los 13 acusados por la desaparición de Marita Verón, fallo del que se desconocen los fundamentos y el expediente, no es lógico pronunciarse públicamente sobre algo que no se conoce. Se entiende la angustia de Susana Trimarco, pero puede que el juicio haya sido mal encarado y por más sospechas ciertas, sin pruebas no se puede condenar.
Se supone que “ella” estudió derecho y debe saberlo. No puede decir en un discurso público que aunque “no tenga pruebas ella sabe que cuando hay dinero de por medio, (a los jueces) no les importa nada”. ¿Lo dirá por Oyarbide que rápidamente sobreseyó los casos de los fenomenales aumentos patrimoniales del matrimonio K? “Ella” no puede hablar así.
Ahora va por el poder judicial. No puede permitir que algo se interponga ante su voluntad omnímoda. ¡Hay jueces, algunos pocos, que osan contradecirla! Hay que demoler al poder judicial, hay que hacer que sean votados ¡por la gente!, que tengan tiempos limitados para ejercer, como los políticos. ¡Basta de jueces inamovibles (salvo juicio político), elegidos por acuerdo del senado y capaces de controlar al ejecutivo!
“Ella” necesita destruir todo recuerdo de una nación grande, fuerte, libre, respetada en el mundo, abierta y civilizada. Y nosotros, los argentinos, ¿qué necesitamos? Antes que nada, que no cambien la Constitución. Necesitamos un sistema institucional sólido, tan sólido como para sobrevivir a un gobierno mediocre, inclusive a un mal gobierno.
Nosotros, los argentinos, necesitamos un respeto absoluto por la división de poderes; un ejecutivo limitado por la Constitución y esclavo de ella: un legislativo que nos represente con “librepensadores” y no con “militantes” (Agustín Rossi en diputados 10/12), y por sobre todo, una Justicia independiente ocupando todos los cargos del poder judicial. Justa, implacable, apegada a la ley, a años luz de cualquier sospecha de soborno, apriete o manifiestas simpatías por el ejecutivo de turno.
Nosotros, los argentinos, necesitamos educación, información y sentido patriótico para elegir a nuestros representantes. Necesitamos exigir programas para luego elegir lo que nos propongan. No debemos elegir por frases altisonantes, o llorosas, o graciosas, de personajes mediáticos que conocemos por sus caras y no por sus ideas.
Nosotros, los argentinos, necesitamos que los partidos políticos se rearmen, que sumen ideas, que se amiguen entre sí, para que la sociedad pueda entenderse y cerrar brechas creadas y alimentadas desde el ejecutivo. Necesitamos que acuerden, que se comprometan a cumplir la Constitución y a tener internas. Y el que gane, será nuestro candidato.
Nosotros, los argentinos, necesitamos volver a ser la Nación que fuimos. Para conseguirlo, no debemos permitir que lo que “ella” necesite, lo consiga. Dentro de la ley podemos impedirlo. Somos muchos más. Podemos.
*Diccionario de sinónimos RAE.
*Jiang Qing, esposa de Mao Tsé Tung y jóvenes intelectuales insatisfechos, buscando un lugar prominente dentro del partido comunista Chino. Cualquier parecido con nuestra realidad es cierto, pero lo de China fue una sangrienta tragedia, lo nuestro es un mal sainete.
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