INCERTIDUMBRE

La incertidumbre se adueña del proceso electoral

Por Carlos Tórtora

La carrera electoral para octubre ingresó en un tramo signado por la incertidumbre. A esta realidad contribuyen no pocos factores. Para empezar, la mayor parte de las encuestadoras fallaron seriamente en la elección porteña, en general por haber anticipado que Macri tendría una intención de voto bastante menor a la que alcanzó y por haber favorecido a Daniel Filmus. Este fracaso colectivo ensombrece la credibilidad pública en los números de los consultores privados, que se suma al conocido descrédito del que gozan las estadísticas públicas. Así es que se multiplican los interrogantes: ¿Es creíble que CFK esté por encima de los 40 puntos? De no ser así, ¿crecen las chances de que Ricardo Alfonsín y Eduardo Duhalde se consoliden, o los indecisos siguen sin definirse?

Otro factor de incertidumbre es la potenciación del protagonismo de Mauricio Macri. ¿Apoyará la candidatura de Duhalde o se mantendrá distante y ambiguo? El rol central de Macri es curioso, porque lo normal sería que la campaña se dirimiera sólo entre los presidenciables.

También el rumbo de la estrategia electoral del gobierno parece estar en crisis. La premisa costosamente instalada de que “Cristina ya ganó” ya no parece ser suficiente. La mala racha que empezó este domingo en Capital podría extenderse a una derrota en Santa Fe el próximo 24 y luego vendría otro traspié en la segunda vuelta porteña. Esta mala racha tal vez obligaría al gobierno a abandonar el piloto automático para generar hechos políticos que lo fortalezcan para octubre. Pero es difícil anticipar con qué decisiones la presidente podría retomar la iniciativa que hoy está en duda.



La prueba piloto

Hay un factor más que contribuye al nuevo clima de incertidumbre. Las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias) son un experimento inédito y nadie se atreve a asegurar cómo se comportará el electorado ante la particular situación de que todos los candidatos presidenciales se presentaran sin competir con nadie. ¿Habrá ausentismo? Y si lo hay, ¿a quiénes perjudicará? ¿Se convertirán las primarias en una primera vuelta adelantada?